lunes, 26 de noviembre de 2007

Jericoacoara, Ceará, Brasil

































































Lo mejor de los sueños es el tiempo que uno utiliza en perseguirlos, y una vez alcanzados disfrutarlos, como pocas cosas se disfrutan en la vida.
Era Jericoacoara mi sueño, no ese sitio en especial, sino un sito donde la vida, el sentimiento, el ritmo estuviera dirigida a nuestra droga, a nuestra afición, a nuestro windsurf.
Cuando en principio se planteó el viaje, fue algo tan lejano, tan inalcanzable, tan inaccesible.... eso lo hacia aún más atrayente para mí.
Seguimos el camino que nos marcaba nuestro destino, y nuestro destino nos hablaba en sueños de Brasil, de un lugar donde el viento, el sol, la playa, se entremezclan en un conjunto de condiciones inigualables. Después de toda una serie de contratiempos, me vi sentado en el avión, al lado del bueno de Jaime y pensando en todo lo que teníamos por delante.
Lo primero que me llamó la atención de aquel lugar fueron sus gentes, su carácter, sus sonrisas perpetuas, que se entremezclan con la belleza del lugar.
Las condiciones para el windsurf son inigualables, en los siete días que pudimos navegar utilizamos casi siempre velas de cuatro metros y tablas de 85 litros, las olas son agradables, fáciles de surfear y en muchas ocasiones vienen, a pesar de la apariencia, sin fuerza, simplemente notas como una barrera de espuma recorre tu tabla bajo tus pies para que puedas acompañarlas en surfeadas que en ocasiones pueden ser de varios cientos de metros, con la posibilidad de ir rompiendo el lábio de las olas una y otra vez, durante ese tiempo tu cabeza deja de pensar y se llena de placer, de un placer extremo.
Nos atrevimos también a meternos en el agua con las longboard, para practicar algo de surf, que sensaciones, emocionante poder cabalgar esas suaves olas, cuando uno se ponía de pie encima de esas enormes tablas, nuestra mente nos trasladaba a nuestro paraíso soñado, donde imagino que todos iremos algún día cuando nuestra mente abandone nuestro cuerpo. Jericoacora es como si Dios te dejara ver mas lejos de nuestra vida terrenal, para introducirte en nuestro particular más allá.
Ahora pienso en cuando volveré, si es que algún día tengo la suerte de poder volver a navegar en aquel lugar, pero lo que si tengo son los recuerdos que me acompañarán durante toda mi vida, recuerdos y sensaciones que muchos de los que nos rodean jamás serán capaces de experimentar, de sensaciones que hacen que en muchas ocasiones el windsurf y también el surf, nos haga salir de la mediocridad, de seguir conectados con la naturaleza que nos deja disfrutar de ella, como unos privilegiados, elegidos por el destino para adentrarnos en un mar, unas olas y un viento desconocidos por muchos, y sabiendo apreciar todo ello desde el respeto, o por lo menos así lo veo yo, o así debería ser.
Un sueño hecho realidad.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Ampliando horizontes

En tránsito, así me encuentro antes del viaje que se avecina, todo está preparado para la marcha, mi cuerpo está aquí, en la oficina, pero mi mente.... mi mente ya vuela hacia mi destino, lleno de esperanzas, ávido por surcar los mares cálidos cercanos al Ecuador. Brasil.

martes, 13 de noviembre de 2007

Enganchado de nuevo


Después de un paréntesis, obligado, por determinadas circunstancias de la vida, volví al windsurf.
Mi vuelta fue una mezcla de recuerdos, añoranza y tristeza, atrás habían quedado unos años maravillosos, salpicados por toda una serie de acontecimientos grabados a fuego en mi corazón, pero había que seguir luchando y había que mirar hacia el futuro.

Creo que nosotros tenemos nuestro destino escrito en alguna parte, y luego, cuando suceden las cosas, vemos, como, sin poder evitarlo, nos damos de bruces con una serie de sucesos, los cuales van encaminados a cerrar nuestro circulo vital.

Mi destino me llevo a coincidir en una boda con Jaime, windsurfista hasta la médula. Sabedor de que llevaba bastantes años navegando y algunos ya retirado, empezó a hablarme del tema, comentando las nuevas tecnologías, nuevos diseños, y como en muy poco tiempo, todo había evolucionado de una manera brutal, acortando la longitud de las tablas y redistribuyendo el volumen, de forma que todo era más fácil y algo diferente.
En ese preciso instante me dí cuenta de que volvería a navegar, recuerdo perfectamente toda la conversación, y como un escalofrío me recorrió todo el cuerpo, aunque eso lo achaco un poco al estado en el que íbamos, y que a pesar de ser primavera, hacía bastante fresquillo, a pesar de ello en ese momento mientras hablaba con él pensé "Tengo que volver a navegar".
Después de aquel encuentro, y de quedar para navegar juntos, empezé a darles vueltas a todo, era un momento bastante bueno, había que aprovecharlo.
Lo primero que había que hacer estaba claro, ponerme en forma. Sin darme cuenta, me había salido una panza, que sin ser muy abultada, si que era incomoda, además, todos los que han practicado el windsurf, saben que, con cierto nivel, o te mantienes bien o toca sufrir en el agua, y la verdad eso era algo que no me apetecía en absoluto.
Decirlo era una cosa pero hacerlo..., como todo al principio, me costó bastante coger ritmo, pero una vez hecho todo fue sobre ruedas.
Cuano veo a Jaime y navego con él, alguna vez le he comentado todo esto y le he agradecido el cruzarme con él en ese momento de mi vida. Y ya no solo por aquella conversación, sino por todas la veces que luego hemos navegado juntos.

jueves, 8 de noviembre de 2007

Los Duran

Había otra parte de la familia que también nos acompañaban bastante en todo esto del windsurf, eran Peri y Salva, mis primos.
Cuando se reunía todo la familia, era algo bastante divertido, pero la verdad es que el núcleo duro eramos Jose, mi hermano, Periquillo, mi primo y yo. En muchas ocasiones se unían mis demás hermanos y también Salva.

Si había algo que nos unía bastante a todos, era la afición por el windsurf, raras eran las Navidades en la que al juntarnos, para alguna comida copiosa que solía organizar nuestra abuela, María Teresa, en su casa de Tentegorra, el tema de conversación era bastante previsible, y el destino del poco metálico que eramos capaces de conseguir era bastante evidente, recuerdo los soleados días de Diciembre y Enero, sentado en aquel jardín con vistas a un ficus enorme, donde todos sonábamos con los días que habíamos pasado y con los que faltaban por venir.

En cuanto a las Navidades tanto Periquillo como su hermano Salva, eran especialistas en dos cosas, obtener un expediente académico para desanimar al profesor con más vocación y a pesar de ello salir siempre con alguna sorpresa en forma de tabla, que solía venir del lejano Oriente, como conseguían esta segunda parte es algo que a mí siempre me intrigó, que sabrán en Oriente de windsurf?, pues si que eran finos esos Reyes sí.

En cuanto a nuestros lugares preferentes, primero tuvimos la sede en La Manga, y años después nos trasladamos a Santiago de la Ribera, con algunos viajes entre medias, como eran las visitas anuales a Tarifa o al Salón Náutico de Barcelona.
Hace relativamente poco, volví a coincidir con Peri, estuvimos en uno de esos lugares donde nos gustaba navegar, el cavanna, con sus clásicos lebeches. Caía ya la tarde y, sabedor de mi habilidad para escaparme del curro y con un buen viento establecido, se dio un paseo por la playa, y al reconocer mi vela de north sails, no dudo en alquilar material para, juntos, rememorar tiempos pasados, esa parte de tu vida, en la que no hay horarios, ni complicaciones, ni cargas, y lo único que importaba es buscar una buena escusa a la hora de llegar a casa. La verdad es que estuvo bastante bien, recordamos viejos tiempos, a ver si lo repetimos pronto.