martes, 13 de noviembre de 2007

Enganchado de nuevo


Después de un paréntesis, obligado, por determinadas circunstancias de la vida, volví al windsurf.
Mi vuelta fue una mezcla de recuerdos, añoranza y tristeza, atrás habían quedado unos años maravillosos, salpicados por toda una serie de acontecimientos grabados a fuego en mi corazón, pero había que seguir luchando y había que mirar hacia el futuro.

Creo que nosotros tenemos nuestro destino escrito en alguna parte, y luego, cuando suceden las cosas, vemos, como, sin poder evitarlo, nos damos de bruces con una serie de sucesos, los cuales van encaminados a cerrar nuestro circulo vital.

Mi destino me llevo a coincidir en una boda con Jaime, windsurfista hasta la médula. Sabedor de que llevaba bastantes años navegando y algunos ya retirado, empezó a hablarme del tema, comentando las nuevas tecnologías, nuevos diseños, y como en muy poco tiempo, todo había evolucionado de una manera brutal, acortando la longitud de las tablas y redistribuyendo el volumen, de forma que todo era más fácil y algo diferente.
En ese preciso instante me dí cuenta de que volvería a navegar, recuerdo perfectamente toda la conversación, y como un escalofrío me recorrió todo el cuerpo, aunque eso lo achaco un poco al estado en el que íbamos, y que a pesar de ser primavera, hacía bastante fresquillo, a pesar de ello en ese momento mientras hablaba con él pensé "Tengo que volver a navegar".
Después de aquel encuentro, y de quedar para navegar juntos, empezé a darles vueltas a todo, era un momento bastante bueno, había que aprovecharlo.
Lo primero que había que hacer estaba claro, ponerme en forma. Sin darme cuenta, me había salido una panza, que sin ser muy abultada, si que era incomoda, además, todos los que han practicado el windsurf, saben que, con cierto nivel, o te mantienes bien o toca sufrir en el agua, y la verdad eso era algo que no me apetecía en absoluto.
Decirlo era una cosa pero hacerlo..., como todo al principio, me costó bastante coger ritmo, pero una vez hecho todo fue sobre ruedas.
Cuano veo a Jaime y navego con él, alguna vez le he comentado todo esto y le he agradecido el cruzarme con él en ese momento de mi vida. Y ya no solo por aquella conversación, sino por todas la veces que luego hemos navegado juntos.

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