jueves, 8 de noviembre de 2007

Los Duran

Había otra parte de la familia que también nos acompañaban bastante en todo esto del windsurf, eran Peri y Salva, mis primos.
Cuando se reunía todo la familia, era algo bastante divertido, pero la verdad es que el núcleo duro eramos Jose, mi hermano, Periquillo, mi primo y yo. En muchas ocasiones se unían mis demás hermanos y también Salva.

Si había algo que nos unía bastante a todos, era la afición por el windsurf, raras eran las Navidades en la que al juntarnos, para alguna comida copiosa que solía organizar nuestra abuela, María Teresa, en su casa de Tentegorra, el tema de conversación era bastante previsible, y el destino del poco metálico que eramos capaces de conseguir era bastante evidente, recuerdo los soleados días de Diciembre y Enero, sentado en aquel jardín con vistas a un ficus enorme, donde todos sonábamos con los días que habíamos pasado y con los que faltaban por venir.

En cuanto a las Navidades tanto Periquillo como su hermano Salva, eran especialistas en dos cosas, obtener un expediente académico para desanimar al profesor con más vocación y a pesar de ello salir siempre con alguna sorpresa en forma de tabla, que solía venir del lejano Oriente, como conseguían esta segunda parte es algo que a mí siempre me intrigó, que sabrán en Oriente de windsurf?, pues si que eran finos esos Reyes sí.

En cuanto a nuestros lugares preferentes, primero tuvimos la sede en La Manga, y años después nos trasladamos a Santiago de la Ribera, con algunos viajes entre medias, como eran las visitas anuales a Tarifa o al Salón Náutico de Barcelona.
Hace relativamente poco, volví a coincidir con Peri, estuvimos en uno de esos lugares donde nos gustaba navegar, el cavanna, con sus clásicos lebeches. Caía ya la tarde y, sabedor de mi habilidad para escaparme del curro y con un buen viento establecido, se dio un paseo por la playa, y al reconocer mi vela de north sails, no dudo en alquilar material para, juntos, rememorar tiempos pasados, esa parte de tu vida, en la que no hay horarios, ni complicaciones, ni cargas, y lo único que importaba es buscar una buena escusa a la hora de llegar a casa. La verdad es que estuvo bastante bien, recordamos viejos tiempos, a ver si lo repetimos pronto.

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